"La libertad guiando al pueblo", de Eugene Delacroix (dodecas de seguidillas y blanco)
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"La libertad guiando al pueblo", de Eugene Delacroix (dodecas de seguidillas y blanco)
La Mariana
Frente a su pueblo avanza la Libertad
llevando la bandera republicana.
Marcha sobre los muertos, pisa Mariana
sus cuerpos con canalla fraternidad.
¡Gloria a la Patria! ¡Gloria! Por la igualdad,
se aneguen las cunetas de sangre hermana
tras esta despiadada fiel miliciana
que ha instaurado un reinado de indignidad.
En el nombre sagrado de la Justicia,
invocando cualquier pretexto noble
los hombres nos matamos unos a otros.
La cordura de pronto cruel se desquicia,
el tambor de la guerra toca al redoble
y seguimos sus pasos todos nosotros.
Artesana, 21-2-15
La Mariana
La Mariana camina frente al pueblo
llevando el estandarte libertario.
Sobre los muertos marcha, alegre pisa
sus cuerpos con fatal fraternidad.
Por la revolución y la república,
la sangre hermana inunda las cunetas
al paso de la infame miliciana
que ha instaurado el reinado del rencor.
Cuando el odio se adueña del poder,
el tambor de la guerra nos induce
a seguir sus instintos criminales.
Invocando cualquier pretexto noble
y aferrados a enseñas engañosas,
nos matamos los unos a los otros.
Artesana, 17-8-22
Frente a su pueblo avanza la Libertad
llevando la bandera republicana.
Marcha sobre los muertos, pisa Mariana
sus cuerpos con canalla fraternidad.
¡Gloria a la Patria! ¡Gloria! Por la igualdad,
se aneguen las cunetas de sangre hermana
tras esta despiadada fiel miliciana
que ha instaurado un reinado de indignidad.
En el nombre sagrado de la Justicia,
invocando cualquier pretexto noble
los hombres nos matamos unos a otros.
La cordura de pronto cruel se desquicia,
el tambor de la guerra toca al redoble
y seguimos sus pasos todos nosotros.
Artesana, 21-2-15
La Mariana
La Mariana camina frente al pueblo
llevando el estandarte libertario.
Sobre los muertos marcha, alegre pisa
sus cuerpos con fatal fraternidad.
Por la revolución y la república,
la sangre hermana inunda las cunetas
al paso de la infame miliciana
que ha instaurado el reinado del rencor.
Cuando el odio se adueña del poder,
el tambor de la guerra nos induce
a seguir sus instintos criminales.
Invocando cualquier pretexto noble
y aferrados a enseñas engañosas,
nos matamos los unos a los otros.
Artesana, 17-8-22
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