Dante inclina la frente colosal a las puertas del Hades cincelado. La estatua muestra al vate ensimismado, desnudo ante su infierno personal.
El bronce, confidente intemporal, soporte del poeta laureado, apresa el pensamiento congelado en su esculpido mundo artificial.
El rostro del primer renacentista representa la intensa reflexión de un hombre poderoso ya maduro, con él late la fuerza del artista, que refleja su propia frustración sumido entre el pasado y el futuro.
Artesana, 29-10-11
El pensador (Rodin) Soneto blanco
Intemporal, la esencia del poeta es lo que anima el esculpido molde y le confiere a su materia inerte el secreto del hálito vital.
La estatua, por los siglos, viva sigue en un trozo de bronce cincelado, como sigue presente para el mundo el autor en los versos de su libro.
Lleva Dante grabada sobre el rostro la huella de una intensa reflexión que le dio nueva luz a la poesía, la misma inspiración impetuosa con la que el escultor se rebelaba contra el arte inmutable del ayer.