Las estrellas -SEXTINA-
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Las estrellas -SEXTINA-
Las estrellas
Nos observan cautivas las estrellas
en su azul atalaya a cielo raso,
acercan sus reflejos a las casas
y, tras el frágil muro del cristal,
perciben, entreabiertos los visillos,
el aliento intangible de los sueños.
Anoche en los jardines de los sueños,
buscaba la verdad de las estrellas,
alzaba con sigilo los visillos
tras la cortina opaca en suave raso,
y, sobre los reflejos del cristal,
las vi jugueteando entre las casas.
Se asoman sus destellos por las casas
sumidas en las sombras hechas sueños
cuando tras el hermético cristal
el cielo se ha cuajado con estrellas
y se ocultan coquetas bajo el raso
sedoso de los nítidos visillos.
Sorteando la red de los visillos,
penetran con sus rayos en las casas,
cansadas de pasar la noche al raso.
Allí bailan al son de nuestros sueños
las altivas y fúlgidas estrellas
vestidas con sus brillos de cristal.
Las ventanas encienden su cristal
y la mañana burla a los visillos,
mientras van apagando las estrellas
sus rayos sobre el techo de las casas.
El sol vuelve y se entregan a los sueños
ocultas bajo un manto en negro raso.
El orbe luce inmenso, hermoso, raso;
desde el arco de límpido cristal,
descienden para hacer ciertos sus sueños
rozando levemente los visillos,
y se cuelan radiantes por las casas
como simples mortales las estrellas.
Del raso azul se escapan las estrellas;
traspasan el cristal, burlan visillos
y espían nuestros sueños en las casas.
Artesana, 22-3-14
Nos observan cautivas las estrellas
en su azul atalaya a cielo raso,
acercan sus reflejos a las casas
y, tras el frágil muro del cristal,
perciben, entreabiertos los visillos,
el aliento intangible de los sueños.
Anoche en los jardines de los sueños,
buscaba la verdad de las estrellas,
alzaba con sigilo los visillos
tras la cortina opaca en suave raso,
y, sobre los reflejos del cristal,
las vi jugueteando entre las casas.
Se asoman sus destellos por las casas
sumidas en las sombras hechas sueños
cuando tras el hermético cristal
el cielo se ha cuajado con estrellas
y se ocultan coquetas bajo el raso
sedoso de los nítidos visillos.
Sorteando la red de los visillos,
penetran con sus rayos en las casas,
cansadas de pasar la noche al raso.
Allí bailan al son de nuestros sueños
las altivas y fúlgidas estrellas
vestidas con sus brillos de cristal.
Las ventanas encienden su cristal
y la mañana burla a los visillos,
mientras van apagando las estrellas
sus rayos sobre el techo de las casas.
El sol vuelve y se entregan a los sueños
ocultas bajo un manto en negro raso.
El orbe luce inmenso, hermoso, raso;
desde el arco de límpido cristal,
descienden para hacer ciertos sus sueños
rozando levemente los visillos,
y se cuelan radiantes por las casas
como simples mortales las estrellas.
Del raso azul se escapan las estrellas;
traspasan el cristal, burlan visillos
y espían nuestros sueños en las casas.
Artesana, 22-3-14
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