Trinidad

Trinidad iba en el tren con nosotros. Es alegre y simpática, quedó viuda muy joven, cuando las viudas jovenes, no salían con las amigas más que a la puerta de su casa y no iban a Cayo Coco, ni a despedidas de soltera, ni a bailes y solo trabajaban y trabajaban y trabajaban para criar a sus hijos con lo mejor que podían darle, la educación y los estudios que ellas soñaron y nunca pudieron tener. No fueron tiempos fáciles para nadie, pero menos aún para una madre sola con dos niños pequeños.

Trinidad

Trinidad cose que cose,
y entre puntada y puntada
se le resbala la vida
apenas sin disfrutarla.

Años de escasez, sin tiempo,
de la máquina a la plancha,
de la cocina al recuerdo,
sin marido, con dos hijos
y las noches en silencio.

Años de santas mujeres
sin salidas, sin entradas,
sin un cine ni una cita
ni una caricia furtiva
que les calentase alma.

Años de lavar pañales,
de cocer los biberones,
de restregar la colada
y de cuidar sabañones
cosiendo por media paga.

Y así vivió Trinidad
la juventud sin caprichos,
sin playa, lujos ni vicios,
y es feliz cuando presume
con la foto de sus hijos.

Artesana, 31-7-08