TODOS
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Calor (lipograma sin e)
La calor ronda airada cada piso;
librando las cortinas, nos acosa
y asalta mi salón jacarandosa
para cuajar sus grados sin aviso.
Poco a poco, las horas van pasando,
la adivino adosada a mi cristal;
suda un halo pringoso, como blando...,
con una calma casi fantasmal.
La chicharra da "música" al sopor;
yo, asfixiada, no aguanto su tortura,
mas canta la soprano aficionada.
Y al final, aliviando tanto ardor,
la luna, compasiva, nos procura
su paz bajo la tibia madrugada.
Artesana, 4-8-15
El invierno de la vida
Los fríos nos asaltan cuajados de rigores
porque el invierno es tiempo de penoso quebranto;
nada escapa a la nieves eternas de su manto,
que van volviendo blancas las marchitadas flores.
Ateridas las aves, no se escucha ese canto
donde volaban juntos aromas y sabores.
Ya las hojas resecas perdieron sus colores,
se las llevó la lluvia tras su gélido llanto.
Caricia, abrazo y beso hoy son de despedida;
nadie llama a la puerta de nuestro hogar vacío;
solo en las viejas fotos es todo igual que era.
Han pasado deprisa los versos de la vida...,
el otoño se ha ido como se fue el estío,
mas detrás de este invierno ya no habrá primavera.
Artesana, 16-1-17
La alameda
La alameda es testigo silencioso
del paso inexorable de la vida;
los siglos recorrieron su avenida
sin detener el paso victorioso.
Unos olmos de porte majestuoso
montan guardia de entrada y de salida;
bajo su arco, la historia repetida
le abre paso al futuro caprichoso.
Vivieron la amistad, los desacuerdos;
dan sombra a los entierros, compasivos,
o luces cuando el pueblo se divierte.
En sus ramas se anidan los recuerdos,
pues son ellos los solos seres vivos
que del pueblo vencieron a la muerte.
Artesana, 9-10-16
El alma de las ninfas
Poco a poco. se siente el suelo blando
bajo el seco crujido de las hojas;
se desnudan por la arboleda clara
los álamos mirando al infinito.
Marchito va quedando casi todo:
posada entre los ocres ya sin flores,
suplica la paloma alguna paz
al zureo cansino de los vientos.
El alma de las ninfas se enternece
mientras el tronco seco se hace cárcel
deteniendo a los ríos del verdor
y, alentadas de plácida hermosura,
le traerán el otoño a cada vida,
cubierto de dorada excelsitud.
Artesana, 5-3-16
La ventana
La lluvia suena fuera, sin pausa, persistente;
los árboles gotean, la tarde se silencia,
sin los niños el parque recobra su inocencia,
se ven por las aceras paraguas solamente.
Dentro, tras la ventana, la casa vive y siente
ajena a los extremos de cualquier inclemencia.
Los ojos se me cierran cuajados de indolencia,
y me dejo llevar del sueño, mansamente.
Mientras el frágil vidrio protege la morada,
las horas se resbalan detrás de los cristales-
no se detiene el tiempo ni por mí ni por nada-;
el parque se ha secado, las aguas invernales
se escurren reluciendo en la fachada
y el sol sus rayos posa sobre mis ventanales.
Artesana, 18-9-16
Mi columpio
Te miro ya olvidado, tan lejana...,
recordando el pasado de esos días,
cuando, alegre, sin pausa nos mecías
y la abuela reía en la ventana.
El viento desgranaba entre sus notas
su risa; como suena desabrido
ahora solo el llanto del chirrido
apenado de tus cadenas rotas.
Recupero la misma sensación,
el pasado recobra nitidez,
y, aunque sé que del tiempo las mareas
ahogaron en mi mente la ilusión,
regreso levemente a la niñez
mientras tú sin rencor me balanceas.
Artesana, 11-9-16
Mi columpio
Te miro, tantos años olvidado,
recordando esos días que no vuelven,
cuando, alegre, sin pausa nos mecías
y la abuela reía en la ventana.
El viento desgranaba entre sus sones
su risa; como suena discordante
ahora solo el llanto del chirrido
apenado de tu cadena rota.
Recupero la misma sensación,
se me borra el presente de los ojos,
y, aunque sé que la pátina del tiempo
barniza mi conciencia ya madura,
regreso levemente a la niñez
mientras tú sin rencor me balanceas.
Artesana, 8-9-16
Vuela la vida
Vuelan nuestros días desde el calendario;
pulveriza el agua su perlado riego;
se alzan crepitantes las llamas del fuego;
hasta el Cielo eleva su rezo el rosario;
la alargada aguja sube en solitario
del ciprés que al llanto le ofrece sosiego;
sobre las espigas lilas del espliego,
una araña trepa tejiendo un sudario;
mientras por las nubes flotan sus olores,
buscando entre estrellas a la madrugada,
la dama de noche suspira hechicera;
levantan tapices sedosos las flores...
Una golondrina llega a la alborada,
y sus trinos cantan que ya es primavera.
Artesana, 7-8-16
Dar en el clavo
Frente al agua, bañados de sudor,
lo mejor es lo menos complicado;
mas, incluso al pedir un simple helado,
dudamos eligiendo su sabor.
La raya entre el acierto y el error
zigzaguea del uno al otro lado,
¿sol o sombra?, ¿filetes o pescado?...,
¿quién piensa mientras haga este calor?
¿Cómo dar en el clavo de lo cierto
si nos llenan la mente con opciones?;
rodeados de absurdas elecciones,
la voluntad se vuelve desconcierto.
Para todas las dudas existentes,
en la tierra no hay clavos suficientes.
Artesana, 5-7-16
Tarde de invierno
En el parque, se aúnan por la tarde
los gemidos del viento a los quejidos
de los sauces llorones, ateridos
sin calor que del frío los resguarde.
El invierno tendió su helado alarde.
Fuera, los pajaritos en sus nidos
duermen sobre los troncos, recogidos;
dentro, tras el cristal, la leña arde;
Mi perro holgazanea ante la lumbre
de la voluptuosa chimenea
mientras crepitan mórbidas las ramas;
y yo, absorta en la misma mansedumbre,
permito que despacio me posea
la danza sugestiva de las llamas.
Artesana, 13-10-15
El abanico
Bailaban las varillas por la mano
su danza en cadencioso balanceo;
airosas con un grácil aleteo
bajo el denso sofoco del verano.
El calor se va haciendo más liviano
al rítmico vaivén de este cimbreo
que es a medias recato y devaneo
como un rito de iniciación pagano.
Pues no es lo puro siempre natural
ni siempre lo morboso es indecente,
se diría un demonio angelical.
Quizá busque una vida diferente,
pero, noche tras noche, se abre igual
su abanico a la espera de un cliente.
Artesana, 16-9-15
Las nubes
A veces, aunque el cielo azul relumbre,
los hados oscurecen mi camino,
y la luz se me vuelve incertidumbre
bajo el velo insondable del destino
A veces, si invisibles nubarrones
me nublan el color de la mirada,
tan solo el llanto encuentra soluciones
al nudo en mi garganta desolada.
A veces, los temores me comprimen
un instante fugaz el corazón;
nubes son, y los vientos las dirimen
como ahuyenta a mi angustia la razón.
Con duda, pena y miedo, me conmuevo,
mas al fin siempre sale el sol de nuevo.
Artesana, 4-9-15
El tiempo
El tiempo no se para ni se renta;
desde el día feliz de mi partida,
por el mismo camino, voy de ida;
y, aunque a veces la marcha fuera lenta,
lo apuraba sin darme apenas cuenta.
Desgranando las horas de la vida,
mis años van llegando a la salida
uno a uno, del cero a los sesenta.
La partida, el camino y la llegada
son mi tiempo en lo inmenso de la nada.
Las loas de la esquela mortuoria
no podrán devolverme ni un instante.
No tengo más historia que mi historia,
ni un antes ni un después, solo el durante.
Artesana, 31-8-15
El hielo
Es la estéril capa dura y congelada
que cubre los lagos cuando el viento frío
dirige a la tierra su soplo bravío,
mutando a la lluvia en el agua helada.
Es luz estancada bajo la neblina;
si de madrugada se cuajó hecho nieve,
y a plena mañana no hay ni sol ni llueve,
al parque lo envuelve su piel cristalina.
La noche del alma sí que siente el hielo,
prefiero templar los helados polos
y secar sus gotas con mis brazos solos
a la fe aterida por el desconsuelo.
Pues, aunque en la calle cause privaciones,
más daña su escarcha a los corazones.
Artesana, 1-8-15
La tierra y el cielo
La tierra son amadas cercanías,
la familia, el trabajo, la sustancia;
el cielo es infinito, la distancia,
donde las nubes pintan fantasías.
Contemplo sus opuestas armonías
mientras confluyen hechas concordancia
en ese punto afín de la alternancia
eterna entre las noches y los días:
cuando la noche llega protectora,
extendiendo su manto suavemente
para esconder al día hasta la aurora,
y el último reflejo sobre el suelo
recubre de color la línea ardiente
donde la tierra se une con el cielo.
Artesana, 11-5-15
Calor y frío
Maduraron las ramas del madroño,
cuajándose con bayas casi rojas;
por la vereda errante, al fin sin hojas,
no luce sus dorados el otoño.
Se esfumó la postal de estilo ñoño
pintada entre románticas congojas.
Desnudas dormirán las ramas flojas,
vacías mientras cuajan su retoño.
El calor del verano ya ha pasado,
los fríos del invierno han comenzado.
Termina un ciclo más para esta esfera
donde gira sin pausa nuestra suerte:
la nieve cubrirá de blanca muerte
a la rosa nacida en primavera.
Artesana, 17-3-15
La luna y el sol
La luna enciende el cielo cuando se muere el día,
sus brillos a la noche le alivian la tristeza
entre rayos nocturnos de suave sutileza
que guían las pisadas con claridad sombría.
Cada aurora, siguiendo la sempiterna vía,
resurge el astro rey colmado de grandeza
para darle arreboles a la naturaleza
mientras sus llamaradas reparten energía.
Son astros caminantes de penumbra y de luz;
igual, el devenir vital de nuestro sino
recorre la existencia tras la cara o la cruz,
pero es siempre viajero del mundanal camino.
También yo así quisiera mostrarles el sendero
y ofrecerles mis fuerzas a todos los que quiero.
Artesana, 12-3-15
La noche
la luna resplandece al fin del día,
su sombra corretea entre mi pelo,
al beso de su disco, me desvelo
bañada de fatal melancolía.
El sol se precipita bajo el suelo,
su luz amarillea todavía,
y, ya sin esperar, con sincronía,
la tarde de la noche tiende el velo.
Al alba cristalizan su quimera
secretos del envés de mis verdades
ocultos en su manto sin frontera.
Ensueños, fantasías o verdades
recrean las nocturnas realidades
que luego alentarán mi vida entera.
Artesana, 13-04-14
Tarde de lluvia modernista
La lluvia suena fuera de modo intermitente;
me llega tintineante del techo su secuencia:
uno, dos, uno, dos; tan pertinaz frecuencia
parece que rigiera las horas de mi mente.
Dentro, en la chimenea, el fuego brilla ardiente,
crepita entre los leños la perfumada esencia
del pino y se refleja, bailando su cadencia,
sobre la blanca taza de mi café caliente.
La tarde va velando de nuevo los cristales,
y yo, mientras las llamas lamen mi porcelana
y ociosos los segundos se escapan a raudales,
contemplo somnolienta, sumida en la desgana,
como las gotas ruedan los tibios ventanales,
pintando tras el vidrio su fría filigrana.
Artesana, 19-5-12
Soneto asonante al viernes
El viernes es el día más perfecto,
introductor del fin de la semana,
a medias entre el jueves que trabaja
y el sábado de fiesta el día entero.
La mañana ya tiene otro reflejo,
aunque se haga penosa la jornada,
pensando en disfrutar luego de marcha,
se cumple hasta la hora del relevo.
Hay gente que lo espera porque cobra,
quien quiere disfrutar con los amigos
y quien, tan solo verse en la poltrona.
Lo mejor es la ducha generosa,
vestidito, tacón, perfume, abrigo,
y salir renovada a hacer historia.
Artesana, 4-11-13
La vejez
Anidará en mis manos traicionera
la vejez con la red de su osadía,
los años surcarán por la piel mía
dibujando el futuro que me espera;
los lagos de mis ojos su ribera
verán secarse, el verde donde ardía
la pasión se ha de hacer pupila fría,
porque no ha de durar la primavera;
Ha de morir conmigo lo que he sido,
seré solo un recuerdo de lo amado,
un sueño cuando muerta haya partido.
Quizá la muerte encuentre en mi pasado
al apagar por siempre mi sentido
el recuerdo de un beso enamorado.
Artesana, 26-10-13
La llegada del otoño
Se aferra el estío contra el calendario,
colgado entre flores de un blanco dondiego,
mustio ya el violeta manto del espliego
que en agosto cubre todo el escenario.
El verde tardío luce solitario
mientras, desde el aire con febril sosiego,
un último aliento de sol veraniego
cuida que las hojas tejan su sudario.
La estación es cambio fugaz de colores,
los primeros días de la temporada
patinan dorados sobre la ladera.
Vendrán del invierno los duros albores,
por más que retrasen su fría llegada,
como fue verano tras la primavera.
Artesana, 24-9-13
El renacer de la primavera
Acaba ya el invierno los pasados rigores,
disuelto entre las gotas de su insensible llanto,
y al tiempo lentamente se funde el frío manto
liberando a la luz una alfombra de flores.
Los pájaros saludan, reverdecido el canto,
al tibio renacer sensual de los olores,
preludios agradables de vistosos sabores
que llegan por el aire con su intenso adelanto.
La muerte es consecuencia segura de la vida
en el ciclo vital cerrado al albedrío
donde rueda impasible sin tregua nuestra esfera.
Así vemos de nuevo tras la estación cumplida
cómo apagan sus ecos los frutos del estío
mientras vuelve a encender el sol la primavera.
Artesana, 30-3-13
Calor
El sol se enseñorea de la calle;
rozando las ventanas, hecho acoso
penetra las rendijas caprichoso
para pintar dobleces por mi talle.
Poco a poco, la tarde me sorprende
con el olor a siesta del verano,
que te envuelve en un halo más liviano
mientras lo invade todo como un duende.
Tras el sudor de un húmedo suspiro,
el día va perdiéndose sin prisa
agotado su último derroche.
Y el guiño de la luna da un respiro
lleno de placidez entre la brisa
robada a la frescura de la noche.
Artesana, 26-6-08
La vida
La primavera, niña, desvaría
sin límites ni agobios ni una fecha.
Inocente, curiosa, satisfecha,
viví con ilusión la lozanía.
Tamizada la luz de la alegría,
es tiempo de pensar en la cosecha,
el verano fecundo me pertrecha
colmándome de frutos y armonía.
Otoño vuela en hojas de almanaques
que el espejo dibuja en su ventana
mientras miro el presente del mañana.
Y, al calor de un difuso sol interno,
disueltos los recuerdos, entre achaques,
me haré río en las nieves del invierno.
Artesana, 5-11-11
El otoño
Lentamente a mi parque llega el frío,
marchito del verano el esplendor,
los árboles al viento se desnudan
liberando de peso a su esqueleto.
Bajo el crujido seco de las hojas,
espera adormilada la avenida
la vuelta de los deslumbrantes verdes
sumida en los matices del dorado.
A veces nuestra vida se hace otoño,
y por dentro la sangre está cuajada
como duerme la savia de las flores,
mas después de un invierno ineludible,
que enfríe las antiguas prioridades,
otra vez brillará la primavera.
Artesana, 15-11-12
En la playa
Se ve a lo lejos desde la orilla
el horizonte limpio de bruma
por donde el rastro del sol se esfuma
tras el festón de la azul sombrilla.
Sobre las aguas su disco brilla,
mientras un barco de añil rezuma
entre las olas de blanca espuma
pintando estelas con su agil quilla.
Vuelve cargada del mar la flota,
las redes llenas de frescos peces
para la lonja de la costera.
Regresa al nido la gris gaviota
y al fin riela sus palideces
la blanca luna por la ribera
Artesana, 18-8-12
Nunca llueve a gusto de todos
Si hace frío, tiritan todo el día;
si calor no respiran del sofoco;
si hay charcos, les disgusta el barro un poco;
cuando escampa, maldicen la sequía.
En invierno pillamos pulmonía,
pues campa libremente el neumococo.
En verano el soplido del siroco
echa al traste cualquier filosofía.
A menudo resulta un tema leve
para salir airosos del momento
en que callar se puede hacer violento,
mas da igual que se asome el sol o nieve
porque a gusto de todos nunca llueve,
y con el tiempo nadie está contento.
Artesana, 14-7-12
La nevada
El parque, de manera paulatina,
se ha cubierto esta noche con la nieve,
al alba todo es blanco en el relieve
cuando el día comienza su rutina.
A mitad de mañana, la neblina
se disuelve; por un instante breve,
asoma el sol, y su caricia leve
evapora la capa matutina.
En la tarde, no hay rastro ya del hielo;
un charco que recorre las cunetas
arrastra sus cristales sobre el suelo
hasta morir buscando las arquetas.
Y al ocaso el recuerdo se hace duelo
tan solo en el sentir de los poetas.
Artesana, 23-6-12
Cae la lluvia
La lluvia va cayendo intermitente;
sin pausa ni reparos ni conciencia,
arrastra tras su blanda consistencia
la tierra que se empapa en la pendiente.
Igual discurre el tiempo suavemente;
constante pese a toda resistencia,
infiltra con eterna persistencia
nuestras fibras al paso del presente.
Y yo, mientras la vida se desgrana,
los segundos resbalan a raudales
y el ahora diluye la mañana,
contemplo distraída en la ventana
las gotas descender por los cristales
dibujando su fría filigrana.
Artesana, 19-5-12
Otoño
Agoniza la verde primavera,
quemaron su prestancia los helechos,
arrastra el ocre otoño entre desechos
la pasión que el verano azul libera.
El parque de pasados esplendores,
los jardines repletos de color,
perfecta fantasía del olor,
son hoy marchitos restos de sus flores.
Van cayendo los años por la vida,
blanquean en invierno nuestras sienes,
ennegrecen las venas antes rojas,
y así, vamos al punto de partida
privados del control de antiguos bienes,
resecos como el alma de las hojas.
Al final, las congojas
de algún banco perdido en la distancia
donde rumiar la hiel de tu arrogancia.
Artesana, 27-10-08
El banco del parque
El verano siguió a la primavera,
envuelven sus maderas los helechos,
se mantiene orgulloso entre desechos
de las ramas que el viento cruel libera.
Del río la romántica ribera,
los olivos de brazos contrahechos...
contemplan sus andares hoy maltrechos,
mientras llega al asiento que lo espera.
Van cayendo los años por su vida,
el invierno le pinta blancas sienes,
ennegrecen sus venas antes rojas,
y sentados aguardan la partida,
hombre y banco, soñando antiguos bienes,
resecos como el alma de las hojas.
Artesana, 4-9-16
Vientos de añoranza
El aire se alza en cúspides de viento,
arrebata, tremola, revolea,
con su batir encrespa la marea
y de nubes tapiza el firmamento.
Sonoro el ulular como un lamento
crepita dentro de la chimenea,
las cuerdas del tendal en la azotea
resuenan al tañido de su aliento.
Se filtra la tormenta en la memoria,
penetran sus rendijas los silbidos
avivando cualquier antigua historia.
Son nebulosas llenas de añoranza,
despiertas bajo el son de sus crujidos
hasta que el sol las duerma en la bonanza.
Artesana, 10-3-12
La lluvia
Rueda el agua imparable en la caída,
sus arterias recorren los cristales
con surcos que discurren a raudales
sobre la cara gris de nuestra vida.
Son del tiempo la lágrima vertida
al compás de perdidos ideales,
momentos de mutismos personales
absortos en su huella humedecída.
Impregna la conciencia el artificio
de la fina cortina de su manto,
capaz de penetrar cualquier resquicio.
Como las penas se las lleva el llanto,
la lluvia limpia el aire de impureza
y arrastra entre sus aguas la tristeza.
Artesana, 21-1-12
La llegada del otoño
El estío se aferra al calendario
colgado entre las flores de un dondiego,
mustio el manto morado del espliego
que cubría en agosto el escenario.
El verde, aún alegrando su vestuario,
goza del tibio sol, ya con sosiego,
un último reflejo veraniego
mientras las hojas tejen su sudario.
La estación es un cambio de colores;
tras días de imparable decadencia,
patinan suaves ocres la ladera.
Llegarán del invierno los albores,
por más que se postergue su presencia,
como vino el verano en primavera.
Artesana, 15-10-11
Invierno interior
La escarcha de la calle se apodera;
tras el cristal, desnudo de colores,
el olmo languidece sin olores
aguardando la nueva primavera.
Forjada en las nostalgias del otoño,
la lluvia filtra estratos del subsuelo
bajo un duro caparazón de hielo
con ansias de encontrar algún retoño.
Dentro, la casa llena de vacío
espera otro verano complaciente,
en el suelo también el mármol frío
intenta calentarse inútilmente.
No volverán las flores del pasado,
ha llegado el invierno y se ha quedado.
Artesana, 7-1-12
Invierno interior
La escarcha de la calle se apodera;
su sudario se extiende como un velo,
y el rosal yace inmerso en este duelo
de llanto por la extinta primavera.
Deshojada, la mustia enredadera
aferra sus raíces al subsuelo
buscando un acomodo bajo el hielo
donde abrigarse el tiempo de la espera.
Dentro, la casa, llena de vacío,
quisiera otro verano complaciente;
tras el otoño, bajo el techo frío,
intenta calentarse inútilmente.
No volverán las flores del pasado,
ha llegado el invierno y se ha quedado.
Artesana, 20-7-14
Puesta de sol
El viento, ya sin fuelle, suave rola;
aplaca algunas horas su bravura;
retrocede el empuje de la ola,
que salpica la playa de blancura;
rojo el disco solar reduce altura
para prender al mar en la aureola,
sus colores encienden la lisura
del borde de las aguas crisocola;
descienden los reflejos poco a poco
siguiendo del ocaso la tangente
mientras la luna llega de relevo,
y, bajo el arco plata de su foco,
se apaga el horizonte lentamente
hasta que el sol le traza un día nuevo.
Artesana, 27-8-11
El vaivén de la existencia
Cruza el aire el perfume de las flores
destruidas por ráfagas del viento,
que atesora en la magia de su aliento
la simiente de luz de sus colores.
Une el mundo en su eterna sinfonía
el esplendor de la belleza amada
con la marchita madurez ajada
abrazados en triste sintonía.
Todo es canto y dolor, desde el inicio
es prestado el disfrute de esta suerte
que reciben los genes como herencia.
No hay pasión que no cueste un sacrificio
y no hay vida que no traiga una muerte
en el justo vaivén de la existencia.
Artesana
Viejos
Manos que se repliegan temblorosas
ante las grandes ollas inservibles,
testigos de su injusta soledad,
mientras sorben la sopa casi a oscuras.
Descorren los visillos cada día
y cuentan cada paso en la alameda,
solo el ciclo cambiante de las flores
da color al camino repetido.
Todos los pensamientos van rodando
en esta tarde gris por los desagües
tras la lluvia que enjuga su rencor.
Y la calle se escurre poco a poco
en un río de hojas marchitadas
teñidas con las luces de algún tiempo.
Artesana, 25-10-08
Futuro
Me paro cara al viento sin complejos
de vuelta de los pasos ya pisados,
los ojos, antes bajos, elevados,
mirando el horizonte desde lejos.
Avanzo sin desmayo, equilibrista
que alcanza solitario su ilusión,
siempre al frente la cuerda de la pista
y a la espalda las ondas del telón.
Detrás dejo la red de lo seguro,
mi libertad se impone en la balanza
a un pasado desnudo de emociones.
La vida tiende puentes de futuro
abiertos al camino de esperanza
por donde han de pasar mis ilusiones.
Artesana, 9-11-08
Ciclo vital
La paz tiembla en bombillas de bazares,
acuna con su luz el nacimiento
de un Dios que se hace niño, sentimiento
de celofán y besos familiares.
Le sigue el alboroto en plaza y bares,
Carnaval de alocado esparcimiento,
recurso de evasión del esperpento
domado de las ansías populares.
Y, al final del exceso, penitencia,
con Cristo renacemos al dolor
redimidos por un trágico luto.
Año tras año, gira la existencia
movida de un afán renovador
en el ciclo vital del absoluto.
Artesana, 5-3-14
Calor
El sol se enseñorea de la calle;
rozando las ventanas, hecho acoso
penetra las rendijas caprichoso
para pintar dobleces por mi talle.
Poco a poco, la tarde me sorprende
con el olor a siesta del verano,
que te envuelve en un halo más liviano
mientras lo invade todo como un duende.
Tras el sudor de un húmedo suspiro,
el día va perdiéndose sin prisa
agotado su último derroche.
Y el guiño de la luna da un respiro
lleno de placidez entre la brisa
robada a la frescura de la noche.
Artesana, 26-6-08
El renacer de la primavera
Lamenta ya el invierno sus rigores;
disuelto entre las gotas de su llanto,
lentamente se funde el frío manto
recreando la alfombra de las flores.
Los pájaros saludan con su canto
al renacer sensual de los olores,
preludios de magníficos sabores
que ofrecen sin recato este adelanto.
La muerte es consecuencia de la vida
en el ciclo cerrado al albedrío
donde rueda impasible nuestra esfera.
Así vemos tras la estación cumplida
como mueren los frutos del estío
mientras vuelve a nacer la primavera.
Artesana, 26-2-11
La calor ronda airada cada piso;
librando las cortinas, nos acosa
y asalta mi salón jacarandosa
para cuajar sus grados sin aviso.
Poco a poco, las horas van pasando,
la adivino adosada a mi cristal;
suda un halo pringoso, como blando...,
con una calma casi fantasmal.
La chicharra da "música" al sopor;
yo, asfixiada, no aguanto su tortura,
mas canta la soprano aficionada.
Y al final, aliviando tanto ardor,
la luna, compasiva, nos procura
su paz bajo la tibia madrugada.
Artesana, 4-8-15
El invierno de la vida
Los fríos nos asaltan cuajados de rigores
porque el invierno es tiempo de penoso quebranto;
nada escapa a la nieves eternas de su manto,
que van volviendo blancas las marchitadas flores.
Ateridas las aves, no se escucha ese canto
donde volaban juntos aromas y sabores.
Ya las hojas resecas perdieron sus colores,
se las llevó la lluvia tras su gélido llanto.
Caricia, abrazo y beso hoy son de despedida;
nadie llama a la puerta de nuestro hogar vacío;
solo en las viejas fotos es todo igual que era.
Han pasado deprisa los versos de la vida...,
el otoño se ha ido como se fue el estío,
mas detrás de este invierno ya no habrá primavera.
Artesana, 16-1-17
La alameda
La alameda es testigo silencioso
del paso inexorable de la vida;
los siglos recorrieron su avenida
sin detener el paso victorioso.
Unos olmos de porte majestuoso
montan guardia de entrada y de salida;
bajo su arco, la historia repetida
le abre paso al futuro caprichoso.
Vivieron la amistad, los desacuerdos;
dan sombra a los entierros, compasivos,
o luces cuando el pueblo se divierte.
En sus ramas se anidan los recuerdos,
pues son ellos los solos seres vivos
que del pueblo vencieron a la muerte.
Artesana, 9-10-16
El alma de las ninfas
Poco a poco. se siente el suelo blando
bajo el seco crujido de las hojas;
se desnudan por la arboleda clara
los álamos mirando al infinito.
Marchito va quedando casi todo:
posada entre los ocres ya sin flores,
suplica la paloma alguna paz
al zureo cansino de los vientos.
El alma de las ninfas se enternece
mientras el tronco seco se hace cárcel
deteniendo a los ríos del verdor
y, alentadas de plácida hermosura,
le traerán el otoño a cada vida,
cubierto de dorada excelsitud.
Artesana, 5-3-16
La ventana
La lluvia suena fuera, sin pausa, persistente;
los árboles gotean, la tarde se silencia,
sin los niños el parque recobra su inocencia,
se ven por las aceras paraguas solamente.
Dentro, tras la ventana, la casa vive y siente
ajena a los extremos de cualquier inclemencia.
Los ojos se me cierran cuajados de indolencia,
y me dejo llevar del sueño, mansamente.
Mientras el frágil vidrio protege la morada,
las horas se resbalan detrás de los cristales-
no se detiene el tiempo ni por mí ni por nada-;
el parque se ha secado, las aguas invernales
se escurren reluciendo en la fachada
y el sol sus rayos posa sobre mis ventanales.
Artesana, 18-9-16
Mi columpio
Te miro ya olvidado, tan lejana...,
recordando el pasado de esos días,
cuando, alegre, sin pausa nos mecías
y la abuela reía en la ventana.
El viento desgranaba entre sus notas
su risa; como suena desabrido
ahora solo el llanto del chirrido
apenado de tus cadenas rotas.
Recupero la misma sensación,
el pasado recobra nitidez,
y, aunque sé que del tiempo las mareas
ahogaron en mi mente la ilusión,
regreso levemente a la niñez
mientras tú sin rencor me balanceas.
Artesana, 11-9-16
Mi columpio
Te miro, tantos años olvidado,
recordando esos días que no vuelven,
cuando, alegre, sin pausa nos mecías
y la abuela reía en la ventana.
El viento desgranaba entre sus sones
su risa; como suena discordante
ahora solo el llanto del chirrido
apenado de tu cadena rota.
Recupero la misma sensación,
se me borra el presente de los ojos,
y, aunque sé que la pátina del tiempo
barniza mi conciencia ya madura,
regreso levemente a la niñez
mientras tú sin rencor me balanceas.
Artesana, 8-9-16
Vuela la vida
Vuelan nuestros días desde el calendario;
pulveriza el agua su perlado riego;
se alzan crepitantes las llamas del fuego;
hasta el Cielo eleva su rezo el rosario;
la alargada aguja sube en solitario
del ciprés que al llanto le ofrece sosiego;
sobre las espigas lilas del espliego,
una araña trepa tejiendo un sudario;
mientras por las nubes flotan sus olores,
buscando entre estrellas a la madrugada,
la dama de noche suspira hechicera;
levantan tapices sedosos las flores...
Una golondrina llega a la alborada,
y sus trinos cantan que ya es primavera.
Artesana, 7-8-16
Dar en el clavo
Frente al agua, bañados de sudor,
lo mejor es lo menos complicado;
mas, incluso al pedir un simple helado,
dudamos eligiendo su sabor.
La raya entre el acierto y el error
zigzaguea del uno al otro lado,
¿sol o sombra?, ¿filetes o pescado?...,
¿quién piensa mientras haga este calor?
¿Cómo dar en el clavo de lo cierto
si nos llenan la mente con opciones?;
rodeados de absurdas elecciones,
la voluntad se vuelve desconcierto.
Para todas las dudas existentes,
en la tierra no hay clavos suficientes.
Artesana, 5-7-16
Tarde de invierno
En el parque, se aúnan por la tarde
los gemidos del viento a los quejidos
de los sauces llorones, ateridos
sin calor que del frío los resguarde.
El invierno tendió su helado alarde.
Fuera, los pajaritos en sus nidos
duermen sobre los troncos, recogidos;
dentro, tras el cristal, la leña arde;
Mi perro holgazanea ante la lumbre
de la voluptuosa chimenea
mientras crepitan mórbidas las ramas;
y yo, absorta en la misma mansedumbre,
permito que despacio me posea
la danza sugestiva de las llamas.
Artesana, 13-10-15
El abanico
Bailaban las varillas por la mano
su danza en cadencioso balanceo;
airosas con un grácil aleteo
bajo el denso sofoco del verano.
El calor se va haciendo más liviano
al rítmico vaivén de este cimbreo
que es a medias recato y devaneo
como un rito de iniciación pagano.
Pues no es lo puro siempre natural
ni siempre lo morboso es indecente,
se diría un demonio angelical.
Quizá busque una vida diferente,
pero, noche tras noche, se abre igual
su abanico a la espera de un cliente.
Artesana, 16-9-15
Las nubes
A veces, aunque el cielo azul relumbre,
los hados oscurecen mi camino,
y la luz se me vuelve incertidumbre
bajo el velo insondable del destino
A veces, si invisibles nubarrones
me nublan el color de la mirada,
tan solo el llanto encuentra soluciones
al nudo en mi garganta desolada.
A veces, los temores me comprimen
un instante fugaz el corazón;
nubes son, y los vientos las dirimen
como ahuyenta a mi angustia la razón.
Con duda, pena y miedo, me conmuevo,
mas al fin siempre sale el sol de nuevo.
Artesana, 4-9-15
El tiempo
El tiempo no se para ni se renta;
desde el día feliz de mi partida,
por el mismo camino, voy de ida;
y, aunque a veces la marcha fuera lenta,
lo apuraba sin darme apenas cuenta.
Desgranando las horas de la vida,
mis años van llegando a la salida
uno a uno, del cero a los sesenta.
La partida, el camino y la llegada
son mi tiempo en lo inmenso de la nada.
Las loas de la esquela mortuoria
no podrán devolverme ni un instante.
No tengo más historia que mi historia,
ni un antes ni un después, solo el durante.
Artesana, 31-8-15
El hielo
Es la estéril capa dura y congelada
que cubre los lagos cuando el viento frío
dirige a la tierra su soplo bravío,
mutando a la lluvia en el agua helada.
Es luz estancada bajo la neblina;
si de madrugada se cuajó hecho nieve,
y a plena mañana no hay ni sol ni llueve,
al parque lo envuelve su piel cristalina.
La noche del alma sí que siente el hielo,
prefiero templar los helados polos
y secar sus gotas con mis brazos solos
a la fe aterida por el desconsuelo.
Pues, aunque en la calle cause privaciones,
más daña su escarcha a los corazones.
Artesana, 1-8-15
La tierra y el cielo
La tierra son amadas cercanías,
la familia, el trabajo, la sustancia;
el cielo es infinito, la distancia,
donde las nubes pintan fantasías.
Contemplo sus opuestas armonías
mientras confluyen hechas concordancia
en ese punto afín de la alternancia
eterna entre las noches y los días:
cuando la noche llega protectora,
extendiendo su manto suavemente
para esconder al día hasta la aurora,
y el último reflejo sobre el suelo
recubre de color la línea ardiente
donde la tierra se une con el cielo.
Artesana, 11-5-15
Calor y frío
Maduraron las ramas del madroño,
cuajándose con bayas casi rojas;
por la vereda errante, al fin sin hojas,
no luce sus dorados el otoño.
Se esfumó la postal de estilo ñoño
pintada entre románticas congojas.
Desnudas dormirán las ramas flojas,
vacías mientras cuajan su retoño.
El calor del verano ya ha pasado,
los fríos del invierno han comenzado.
Termina un ciclo más para esta esfera
donde gira sin pausa nuestra suerte:
la nieve cubrirá de blanca muerte
a la rosa nacida en primavera.
Artesana, 17-3-15
La luna y el sol
La luna enciende el cielo cuando se muere el día,
sus brillos a la noche le alivian la tristeza
entre rayos nocturnos de suave sutileza
que guían las pisadas con claridad sombría.
Cada aurora, siguiendo la sempiterna vía,
resurge el astro rey colmado de grandeza
para darle arreboles a la naturaleza
mientras sus llamaradas reparten energía.
Son astros caminantes de penumbra y de luz;
igual, el devenir vital de nuestro sino
recorre la existencia tras la cara o la cruz,
pero es siempre viajero del mundanal camino.
También yo así quisiera mostrarles el sendero
y ofrecerles mis fuerzas a todos los que quiero.
Artesana, 12-3-15
La noche
la luna resplandece al fin del día,
su sombra corretea entre mi pelo,
al beso de su disco, me desvelo
bañada de fatal melancolía.
El sol se precipita bajo el suelo,
su luz amarillea todavía,
y, ya sin esperar, con sincronía,
la tarde de la noche tiende el velo.
Al alba cristalizan su quimera
secretos del envés de mis verdades
ocultos en su manto sin frontera.
Ensueños, fantasías o verdades
recrean las nocturnas realidades
que luego alentarán mi vida entera.
Artesana, 13-04-14
Tarde de lluvia modernista
La lluvia suena fuera de modo intermitente;
me llega tintineante del techo su secuencia:
uno, dos, uno, dos; tan pertinaz frecuencia
parece que rigiera las horas de mi mente.
Dentro, en la chimenea, el fuego brilla ardiente,
crepita entre los leños la perfumada esencia
del pino y se refleja, bailando su cadencia,
sobre la blanca taza de mi café caliente.
La tarde va velando de nuevo los cristales,
y yo, mientras las llamas lamen mi porcelana
y ociosos los segundos se escapan a raudales,
contemplo somnolienta, sumida en la desgana,
como las gotas ruedan los tibios ventanales,
pintando tras el vidrio su fría filigrana.
Artesana, 19-5-12
Soneto asonante al viernes
El viernes es el día más perfecto,
introductor del fin de la semana,
a medias entre el jueves que trabaja
y el sábado de fiesta el día entero.
La mañana ya tiene otro reflejo,
aunque se haga penosa la jornada,
pensando en disfrutar luego de marcha,
se cumple hasta la hora del relevo.
Hay gente que lo espera porque cobra,
quien quiere disfrutar con los amigos
y quien, tan solo verse en la poltrona.
Lo mejor es la ducha generosa,
vestidito, tacón, perfume, abrigo,
y salir renovada a hacer historia.
Artesana, 4-11-13
La vejez
Anidará en mis manos traicionera
la vejez con la red de su osadía,
los años surcarán por la piel mía
dibujando el futuro que me espera;
los lagos de mis ojos su ribera
verán secarse, el verde donde ardía
la pasión se ha de hacer pupila fría,
porque no ha de durar la primavera;
Ha de morir conmigo lo que he sido,
seré solo un recuerdo de lo amado,
un sueño cuando muerta haya partido.
Quizá la muerte encuentre en mi pasado
al apagar por siempre mi sentido
el recuerdo de un beso enamorado.
Artesana, 26-10-13
La llegada del otoño
Se aferra el estío contra el calendario,
colgado entre flores de un blanco dondiego,
mustio ya el violeta manto del espliego
que en agosto cubre todo el escenario.
El verde tardío luce solitario
mientras, desde el aire con febril sosiego,
un último aliento de sol veraniego
cuida que las hojas tejan su sudario.
La estación es cambio fugaz de colores,
los primeros días de la temporada
patinan dorados sobre la ladera.
Vendrán del invierno los duros albores,
por más que retrasen su fría llegada,
como fue verano tras la primavera.
Artesana, 24-9-13
El renacer de la primavera
Acaba ya el invierno los pasados rigores,
disuelto entre las gotas de su insensible llanto,
y al tiempo lentamente se funde el frío manto
liberando a la luz una alfombra de flores.
Los pájaros saludan, reverdecido el canto,
al tibio renacer sensual de los olores,
preludios agradables de vistosos sabores
que llegan por el aire con su intenso adelanto.
La muerte es consecuencia segura de la vida
en el ciclo vital cerrado al albedrío
donde rueda impasible sin tregua nuestra esfera.
Así vemos de nuevo tras la estación cumplida
cómo apagan sus ecos los frutos del estío
mientras vuelve a encender el sol la primavera.
Artesana, 30-3-13
Calor
El sol se enseñorea de la calle;
rozando las ventanas, hecho acoso
penetra las rendijas caprichoso
para pintar dobleces por mi talle.
Poco a poco, la tarde me sorprende
con el olor a siesta del verano,
que te envuelve en un halo más liviano
mientras lo invade todo como un duende.
Tras el sudor de un húmedo suspiro,
el día va perdiéndose sin prisa
agotado su último derroche.
Y el guiño de la luna da un respiro
lleno de placidez entre la brisa
robada a la frescura de la noche.
Artesana, 26-6-08
La vida
La primavera, niña, desvaría
sin límites ni agobios ni una fecha.
Inocente, curiosa, satisfecha,
viví con ilusión la lozanía.
Tamizada la luz de la alegría,
es tiempo de pensar en la cosecha,
el verano fecundo me pertrecha
colmándome de frutos y armonía.
Otoño vuela en hojas de almanaques
que el espejo dibuja en su ventana
mientras miro el presente del mañana.
Y, al calor de un difuso sol interno,
disueltos los recuerdos, entre achaques,
me haré río en las nieves del invierno.
Artesana, 5-11-11
El otoño
Lentamente a mi parque llega el frío,
marchito del verano el esplendor,
los árboles al viento se desnudan
liberando de peso a su esqueleto.
Bajo el crujido seco de las hojas,
espera adormilada la avenida
la vuelta de los deslumbrantes verdes
sumida en los matices del dorado.
A veces nuestra vida se hace otoño,
y por dentro la sangre está cuajada
como duerme la savia de las flores,
mas después de un invierno ineludible,
que enfríe las antiguas prioridades,
otra vez brillará la primavera.
Artesana, 15-11-12
En la playa
Se ve a lo lejos desde la orilla
el horizonte limpio de bruma
por donde el rastro del sol se esfuma
tras el festón de la azul sombrilla.
Sobre las aguas su disco brilla,
mientras un barco de añil rezuma
entre las olas de blanca espuma
pintando estelas con su agil quilla.
Vuelve cargada del mar la flota,
las redes llenas de frescos peces
para la lonja de la costera.
Regresa al nido la gris gaviota
y al fin riela sus palideces
la blanca luna por la ribera
Artesana, 18-8-12
Nunca llueve a gusto de todos
Si hace frío, tiritan todo el día;
si calor no respiran del sofoco;
si hay charcos, les disgusta el barro un poco;
cuando escampa, maldicen la sequía.
En invierno pillamos pulmonía,
pues campa libremente el neumococo.
En verano el soplido del siroco
echa al traste cualquier filosofía.
A menudo resulta un tema leve
para salir airosos del momento
en que callar se puede hacer violento,
mas da igual que se asome el sol o nieve
porque a gusto de todos nunca llueve,
y con el tiempo nadie está contento.
Artesana, 14-7-12
La nevada
El parque, de manera paulatina,
se ha cubierto esta noche con la nieve,
al alba todo es blanco en el relieve
cuando el día comienza su rutina.
A mitad de mañana, la neblina
se disuelve; por un instante breve,
asoma el sol, y su caricia leve
evapora la capa matutina.
En la tarde, no hay rastro ya del hielo;
un charco que recorre las cunetas
arrastra sus cristales sobre el suelo
hasta morir buscando las arquetas.
Y al ocaso el recuerdo se hace duelo
tan solo en el sentir de los poetas.
Artesana, 23-6-12
Cae la lluvia
La lluvia va cayendo intermitente;
sin pausa ni reparos ni conciencia,
arrastra tras su blanda consistencia
la tierra que se empapa en la pendiente.
Igual discurre el tiempo suavemente;
constante pese a toda resistencia,
infiltra con eterna persistencia
nuestras fibras al paso del presente.
Y yo, mientras la vida se desgrana,
los segundos resbalan a raudales
y el ahora diluye la mañana,
contemplo distraída en la ventana
las gotas descender por los cristales
dibujando su fría filigrana.
Artesana, 19-5-12
Otoño
Agoniza la verde primavera,
quemaron su prestancia los helechos,
arrastra el ocre otoño entre desechos
la pasión que el verano azul libera.
El parque de pasados esplendores,
los jardines repletos de color,
perfecta fantasía del olor,
son hoy marchitos restos de sus flores.
Van cayendo los años por la vida,
blanquean en invierno nuestras sienes,
ennegrecen las venas antes rojas,
y así, vamos al punto de partida
privados del control de antiguos bienes,
resecos como el alma de las hojas.
Al final, las congojas
de algún banco perdido en la distancia
donde rumiar la hiel de tu arrogancia.
Artesana, 27-10-08
El banco del parque
El verano siguió a la primavera,
envuelven sus maderas los helechos,
se mantiene orgulloso entre desechos
de las ramas que el viento cruel libera.
Del río la romántica ribera,
los olivos de brazos contrahechos...
contemplan sus andares hoy maltrechos,
mientras llega al asiento que lo espera.
Van cayendo los años por su vida,
el invierno le pinta blancas sienes,
ennegrecen sus venas antes rojas,
y sentados aguardan la partida,
hombre y banco, soñando antiguos bienes,
resecos como el alma de las hojas.
Artesana, 4-9-16
Vientos de añoranza
El aire se alza en cúspides de viento,
arrebata, tremola, revolea,
con su batir encrespa la marea
y de nubes tapiza el firmamento.
Sonoro el ulular como un lamento
crepita dentro de la chimenea,
las cuerdas del tendal en la azotea
resuenan al tañido de su aliento.
Se filtra la tormenta en la memoria,
penetran sus rendijas los silbidos
avivando cualquier antigua historia.
Son nebulosas llenas de añoranza,
despiertas bajo el son de sus crujidos
hasta que el sol las duerma en la bonanza.
Artesana, 10-3-12
La lluvia
Rueda el agua imparable en la caída,
sus arterias recorren los cristales
con surcos que discurren a raudales
sobre la cara gris de nuestra vida.
Son del tiempo la lágrima vertida
al compás de perdidos ideales,
momentos de mutismos personales
absortos en su huella humedecída.
Impregna la conciencia el artificio
de la fina cortina de su manto,
capaz de penetrar cualquier resquicio.
Como las penas se las lleva el llanto,
la lluvia limpia el aire de impureza
y arrastra entre sus aguas la tristeza.
Artesana, 21-1-12
La llegada del otoño
El estío se aferra al calendario
colgado entre las flores de un dondiego,
mustio el manto morado del espliego
que cubría en agosto el escenario.
El verde, aún alegrando su vestuario,
goza del tibio sol, ya con sosiego,
un último reflejo veraniego
mientras las hojas tejen su sudario.
La estación es un cambio de colores;
tras días de imparable decadencia,
patinan suaves ocres la ladera.
Llegarán del invierno los albores,
por más que se postergue su presencia,
como vino el verano en primavera.
Artesana, 15-10-11
Invierno interior
La escarcha de la calle se apodera;
tras el cristal, desnudo de colores,
el olmo languidece sin olores
aguardando la nueva primavera.
Forjada en las nostalgias del otoño,
la lluvia filtra estratos del subsuelo
bajo un duro caparazón de hielo
con ansias de encontrar algún retoño.
Dentro, la casa llena de vacío
espera otro verano complaciente,
en el suelo también el mármol frío
intenta calentarse inútilmente.
No volverán las flores del pasado,
ha llegado el invierno y se ha quedado.
Artesana, 7-1-12
Invierno interior
La escarcha de la calle se apodera;
su sudario se extiende como un velo,
y el rosal yace inmerso en este duelo
de llanto por la extinta primavera.
Deshojada, la mustia enredadera
aferra sus raíces al subsuelo
buscando un acomodo bajo el hielo
donde abrigarse el tiempo de la espera.
Dentro, la casa, llena de vacío,
quisiera otro verano complaciente;
tras el otoño, bajo el techo frío,
intenta calentarse inútilmente.
No volverán las flores del pasado,
ha llegado el invierno y se ha quedado.
Artesana, 20-7-14
Puesta de sol
El viento, ya sin fuelle, suave rola;
aplaca algunas horas su bravura;
retrocede el empuje de la ola,
que salpica la playa de blancura;
rojo el disco solar reduce altura
para prender al mar en la aureola,
sus colores encienden la lisura
del borde de las aguas crisocola;
descienden los reflejos poco a poco
siguiendo del ocaso la tangente
mientras la luna llega de relevo,
y, bajo el arco plata de su foco,
se apaga el horizonte lentamente
hasta que el sol le traza un día nuevo.
Artesana, 27-8-11
El vaivén de la existencia
Cruza el aire el perfume de las flores
destruidas por ráfagas del viento,
que atesora en la magia de su aliento
la simiente de luz de sus colores.
Une el mundo en su eterna sinfonía
el esplendor de la belleza amada
con la marchita madurez ajada
abrazados en triste sintonía.
Todo es canto y dolor, desde el inicio
es prestado el disfrute de esta suerte
que reciben los genes como herencia.
No hay pasión que no cueste un sacrificio
y no hay vida que no traiga una muerte
en el justo vaivén de la existencia.
Artesana
Viejos
Manos que se repliegan temblorosas
ante las grandes ollas inservibles,
testigos de su injusta soledad,
mientras sorben la sopa casi a oscuras.
Descorren los visillos cada día
y cuentan cada paso en la alameda,
solo el ciclo cambiante de las flores
da color al camino repetido.
Todos los pensamientos van rodando
en esta tarde gris por los desagües
tras la lluvia que enjuga su rencor.
Y la calle se escurre poco a poco
en un río de hojas marchitadas
teñidas con las luces de algún tiempo.
Artesana, 25-10-08
Futuro
Me paro cara al viento sin complejos
de vuelta de los pasos ya pisados,
los ojos, antes bajos, elevados,
mirando el horizonte desde lejos.
Avanzo sin desmayo, equilibrista
que alcanza solitario su ilusión,
siempre al frente la cuerda de la pista
y a la espalda las ondas del telón.
Detrás dejo la red de lo seguro,
mi libertad se impone en la balanza
a un pasado desnudo de emociones.
La vida tiende puentes de futuro
abiertos al camino de esperanza
por donde han de pasar mis ilusiones.
Artesana, 9-11-08
Ciclo vital
La paz tiembla en bombillas de bazares,
acuna con su luz el nacimiento
de un Dios que se hace niño, sentimiento
de celofán y besos familiares.
Le sigue el alboroto en plaza y bares,
Carnaval de alocado esparcimiento,
recurso de evasión del esperpento
domado de las ansías populares.
Y, al final del exceso, penitencia,
con Cristo renacemos al dolor
redimidos por un trágico luto.
Año tras año, gira la existencia
movida de un afán renovador
en el ciclo vital del absoluto.
Artesana, 5-3-14
Calor
El sol se enseñorea de la calle;
rozando las ventanas, hecho acoso
penetra las rendijas caprichoso
para pintar dobleces por mi talle.
Poco a poco, la tarde me sorprende
con el olor a siesta del verano,
que te envuelve en un halo más liviano
mientras lo invade todo como un duende.
Tras el sudor de un húmedo suspiro,
el día va perdiéndose sin prisa
agotado su último derroche.
Y el guiño de la luna da un respiro
lleno de placidez entre la brisa
robada a la frescura de la noche.
Artesana, 26-6-08
El renacer de la primavera
Lamenta ya el invierno sus rigores;
disuelto entre las gotas de su llanto,
lentamente se funde el frío manto
recreando la alfombra de las flores.
Los pájaros saludan con su canto
al renacer sensual de los olores,
preludios de magníficos sabores
que ofrecen sin recato este adelanto.
La muerte es consecuencia de la vida
en el ciclo cerrado al albedrío
donde rueda impasible nuestra esfera.
Así vemos tras la estación cumplida
como mueren los frutos del estío
mientras vuelve a nacer la primavera.
Artesana, 26-2-11
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